LA MONETIZACIÓN EN LOS VIDEOJUEGOS: ¿ARTE O NEGOCIO?

¿Recuerdas cuando comprabas un videojuego y sabías que todo el contenido estaba ahí, listo para que lo disfrutases? Bueno, esos días parecen cada vez más un recuerdo lejano. En la época moderna, donde los videojuegos se han convertido en una industria que supera incluso al cine y la música en ingresos, las estrategias de monetización han evolucionado hasta volverse uno de los temas más controvertidos del medio.

Las microtransacciones, esas pequeñas compras dentro del juego, son un ejemplo claro de cómo ha cambiado la industria. Desde aspectos cosméticos hasta ventajas competitivas, las microtransacciones están en todas partes. Juegos gratuitos como Fortnite o Genshin Impact basan su modelo de negocio en ellas, mientras que títulos premium como FIFA y Call of Duty también las incluyen, a pesar de que ya pagaste por el juego. Esto genera una gran división entre los jugadores. Por un lado, están quienes defienden que las microtransacciones son necesarias para mantener el flujo de contenido en juegos que se actualizan constantemente. Por otro lado, están quienes consideran que son una estrategia depredadora que abusa de los jugadores, especialmente de los más jóvenes o de aquellos con menos control sobre sus gastos.

Otro tema espinoso son las cajas de botín, esos cofres misteriosos que contienen recompensas aleatorias. Si alguna vez has comprado una caja esperando ese skin legendario y terminaste con un item común, sabes de lo que hablo. La mecánica es similar a un juego de azar, y por eso en varios países se han planteado regulaciones para tratar las cajas de botín como juegos de apuestas.

¿El problema? Muchas veces las cajas de botín explotan el sentido de recompensa de nuestro cerebro. Esa combinación de sorpresa, anticipación y recompensa genera un círculo vicioso que puede ser difícil de romper, especialmente para los jugadores más jóvenes. Esto plantea la pregunta: ¿Dónde está el límite entre entretenimiento y explotación?

Una alternativa que ha ganado popularidad es el pase de batalla, un sistema donde los jugadores pagan una tarifa fija para desbloquear recompensas a medida que juegan y suben de nivel. En teoría, suena justo: pagas una vez, juegas y obtienes recompensas. Pero también tiene sus trampas. Muchos juegos diseñan sus pases de batalla de manera que requieran una inversión significativa de tiempo para completarlos, presionando a los jugadores a jugar más de lo que normalmente lo harían.

El impacto de estas estrategias no es solo económico, también afecta cómo jugamos. Juegos diseñados alrededor de la monetización a menudo priorizan mecánicas que fomentan el gasto por encima de una experiencia divertida o equilibrada. Esto puede generar frustración y una sensación de desigualdad entre quienes pagan y quienes no.

También hay un impacto psicológico. La presión social, el miedo a quedarse atrás y la dependencia de sistemas tipo «gacha» pueden convertirse en un problema para muchos jugadores. De hecho, la Organización Mundial de la Salud ya reconoce el «trastorno por videojuegos» como una condición de salud mental.

Entonces, ¿cuál es la solución? Tal vez no haya una única respuesta, pero sí podemos empezar con pequeños cambios. Como jugadores, debemos ser conscientes de nuestros hábitos y tomar decisiones informadas. Apoyar juegos que ofrecen modelos de negocio justos y transparentes es un buen punto de partida. Por otro lado, las empresas también tienen una responsabilidad: priorizar la experiencia del jugador por encima de las ganancias a corto plazo.

La monetización en los videojuegos no es algo que vaya a desaparecer. Pero si queremos que esta industria siga creciendo de manera saludable, necesitamos encontrar un equilibrio entre arte y negocio, entre diversión y beneficio.

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